Los que gritan en nuestro camino

1ro de Junio - Día mundial de la infancia
Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino.
Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!». Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!». Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo».
Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Ánimo, levántate! Él te llama». Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?». Él le respondió: «Maestro, que yo pueda ver». Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino. (
Mc 10, 46-52)

“Señor, hay mucha gente sentada a la orilla del camino, gritando para que tengamos piedad de ellos, pero a veces gritan en extrañas maneras: portándose mal en la sala de clase; tomando drogas y alcohol; estando malhumorados/as; permaneciendo en silencio o encerrados/as en sus habitaciones; a veces insistiendo en que están felices de estar a la vera del camino mientras pasan los demás. Señor, como Jesús, necesitamos detener todo lo que estamos haciendo, de manera de poder oír que ellos /as expresen su profundo anhelo de que se les devuelva la vista.” 
(Michel de Verteuil)