"Ven y verás"


Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret». Natanael le preguntó: «¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?». «Ven y verás», le dijo Felipe.

Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez». «¿De dónde me conoces?», le preguntó Natanael. Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera».

Natanael le respondió: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús continuó: «Porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”, crees. Verás cosas más grandes todavía». Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».    (Jn. 1, 45-51)

Si no muere, queda solo.

«Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.» (Jn 12, 24-26)


Este pasaje del evangelio de Juan se encuentra hacia el final del ministerio público de Jesús, luego de la entrada a Jerusalén y antes de que se acerque la Pascua.
Jesús ha descubierto un misterio en la vida y la muerte, en el ganar y el perder, en el servicio y el estar con el Padre.
La vida estalla cuando se entrega; entonces crece, se potencia, da más vida. Mientras pretendamos guardarla, retenerla, nunca encontrará sentido y la sentiremos vacía.