Firmes en el sufrimiento


por José Luis Lozano

“En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo”. Juan 16.33
“Pero si lo que esperamos es algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo sufriendo con firmeza”.
Romanos 8.25
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Algunas de las propuestas eclesiales mediáticas, presentan al sufrimiento como una maldición. Señalan que si Cristo padeció por nosotros, entonces nosotros tenemos que creer por fe en su obra y rechazar todo tipo de sufrimientos. Hemos sido testigos de expresiones tales como: “pare de sufrir…”, “si le pasa esto, será por algo…, por pecados ocultos, desobediencia, castigo, entre otras. Pablo nos invita a “sufrir con firmeza”, dando por sentado que debemos aprender a convivir con el sufrimiento durante nuestra vida terrenal.

En la medida que pasan nuestros años, podemos dar fe de que es así. El sufrimiento es un compañero mas de nuestra vida y por lo tanto es conveniente llevarnos lo mejor posible.
¡Pero cuidado!; llevarse lo mejor posible con el sufrimiento, no significa promoverlo ni aceptarlo como bueno en si mismo. Ante el peligro de creer que el sufrimiento es en si mismo una virtud, Nancy Bedford nos advierte y aclara:

El único sentido posible que se le encuentra al sufrimiento jamás radica en el sufrimiento mismo sino que lo trasciende. Buscar padecer por creer que el sufrimiento posea una supuesta virtud intrínseca no significa seguir a Cristo sino que constituye un comportamiento enfermizo y masoquista 1.

Esa lucha interior entre querer hacer lo bueno y no poder hacerlo, que Pablo describe muy bien en Romanos 7: 21-23. Esa impotencia que muchas veces nos paraliza, que nos impide vivir con alegría y entusiasmo. Esa batalla eterna contra nuestro narcisismo y orgullo, son sin duda algunos factores que nos hacen sufrir. ¿Qué decir de las enfermedades, muertes de seres queridos, divorcios, falta de trabajo, pobreza?
¿Cómo enfrentar esas luchas internas diariamente? ¿Cómo ser mas humilde y al mismo tiempo no caer en un pozo depresivo? ¿Cómo ser uno mismo sin ofender a nuestro prójimo?¿Cómo luchar contra las grandes injusticias sociales que vemos a nuestro alrededor?

Si somos fieles y eficaces en nuestros pequeños intentos eclesiales de solidaridad en y ante el dolor, también lo podremos ser en el gran panorama de responder en justicia, en alguna medida, al sufrimiento personal, estructural y cosmológico que nos rodea 2.

Fieles y eficaces en nuestros pequeños intentos solidarios ante el dolor; ¡que bueno eso!. Es realmente una respuesta concreta. Fieles y eficaces en nuestras pequeñas tareas cotidianas 3 y esfuerzos solidarios.
En Romanos 8.26, se nos dice que el Espíritu Santo nos ayuda en nuestras debilidades y que Dios examina nuestros corazones e intenciones.
Es gratificante saber que su Espíritu nos ayuda, pues sino fuera así, no existiría manera de sobrellevar esa valija tan pesada sobre nuestras espaldas.

Seamos fuertes en el sufrimiento mientras esperamos lo que no vemos. Seamos fuertes, sabiendo que aún la naturaleza sufre y gime esperando la redención (Romanos 8.22-23). Dios examina nuestro corazón y conoce nuestra debilidad humana.

Mientras esperamos, ayudános a estar firmes en el sufrimiento y a vivir en justicia, paz y alegría por medio de tu Espíritu Santo. (Romanos 14.17)

1.Nancy E. Bedford, es profesora de teología sistemática en el seminario metodista Garrett Evangelical en Chicago, EEUU.
2.Nancy E. Bedford, Tres preguntas que nos plantea el sufrimiento. Revista Kairós, año 10 – Nro 25, pag. 19
3. Sobre el valor de lo cotidiano

Una hazaña olímpica - Gabrielle Andersen

El Maratón de Los Angeles 1984 quedará grabado en la historia fundamentalmente por dos motivos: Fue el primer maratón olímpico femenino de la historia y se vivió una de las ovaciones más grandes del olimpismo, y no justamente esa ovación fué para la que llegó en primer lugar.

Con 27º de temperatura y una humedad muy alta, se largó el maratón olímpico con 50 mujeres para afrontar los 42,195metros. Solo 44 llegaron, pero la que llego en la posición 37 pasaría a la historia y esta fue Gabriele Andersen – Scheiss, una norteamericana nacionalizada Suiza; pais que representó en aquellas olimpiadas. 

Nunca se olvidarán las imágenes de su última vuelta al estadio, con medio cuerpo paralizado por los calambres, el público en pie, los médicos siguiendola sin tocarla porque si lo hacían sería sancionada.

Su hazaña no solo sirvió para protagonizar uno de los episodios más famosos de la historia del olimpísmo, sino que a partir de ese suceso se redactó la ley Scheiss, por la cual ya no se sanciona a ningún participante en la maratón por ser atendido por los servicios médicos durante la carrera.

Cuando llegó a la meta, fué atendida por los servicios médicos, se recuperó rapidamente y horas después en una conversación con periodistas explicó el porque de su sufrimiento: " ¡¡era mi última oportunidad !!". (VER VIDEO HISTÓRICO)