El Reino de Sarita Maripil

por Patricia Trillo

La conocimos cuando Maria Isabel (enfermera del Hospital Regional Neuquén y miembro de la comunidad cristiana Neuquén Oeste) nos contó acerca de su vecina que estaba pasando por un doloroso momento, ya que había perdido a uno de sus hijos en una muerte traumática.
Después de una visita a su hogar de Esteban y José Luis, Sara se animó a llegar al taller de señoras de los días miércoles. ¿Qué podemos decir de esta preciosa mujer?
Su cuerpo grande, su color de piel oscura, su vestimenta sencilla, su tímida y sincera sonrisa, nos hablaron de su humildad, de su esencia como mujer. ¿Cómo olvidar ese pañuelo siempre en las manos, para poder secar su transpiración cuando se trasladaba al centro a realizar trámites o para llegar a su tarea comunitaria de los días miércoles?
Su tarea dentro del taller, fue durante muchos años seleccionar, doblar y acomodar interminables montañas de ropa que necesitaban ser solidariamente ubicadas sobre los estantes.
La recuerdo sentadita en su banco de madera, con sus tibias manos trabajadoras, charlando con Zulema y Alicia sobre sus preocupaciones y tristezas cotidianas. Tuvimos el privilegio de ayudarla a tramitar su jubilación, asistirla con las bolsas de alimentos que luego ella compartía con sus hijos ya grandes y sus nietos. ¡Qué agradecida estaba cuando le hacíamos llegar su comida elaborada y las verduras semanales para cuidar sus riñones!
Disfrutamos a Sara muchos años, escuchamos las historias interminables de su vida. El suicidio de su primer esposo, la violencia del segundo, la crianza de sus hijos, la muerte de uno de ellos, su vida en la chacra trabajando con sus propias manos la tierra, cortando leña o amasando interminables kilos de harina para hacer pan.
El domingo 15 de agosto pasado, Sarita dejó de trabajar físicamente para encontrarse con su querido Señor. Damos gracias a Dios por haberla conocido, por habernos encontrado, porque toda su vida, fue de mucha inspiración para nosotros.
Reconocemos y homenajeamos, a todas aquellas mujeres y hombres que día a día y de manera silenciosa y sencilla, nos demuestran como Sara, que el Reino de Dios siempre está entre nosotros.

La honradez primero


Cuando las estructuras nos lastiman
por José Luis Lozano

Filipenses 4:8
Toda forma de organización humana es buena y también necesaria para la humanidad. La familia, como célula básica de organización de la sociedad, las asociaciones civiles, mutuales, fundaciones, cooperativas, iglesias, partidos políticos, etc., son instrumentos buenos y útiles que posibilitan la crianza, la educación y una sana convivencia en comunidad ¿Pero que sucede cuando éstas estructuras u organizaciones sociales nos comienzan a lastimar?

Decía Manuel Belgrano: “A quien procede con honradez, nada debe alterarle. He hecho cuanto he podido y jamás he faltado a mi palabra”.

Un primer intento de respuesta a nuestra inquietud es actuar con honradez. Antes de lastimar o seguir siendo lastimados, debemos ser honrados y enfrentar la situación con dialogo, responsabilidad y firmeza.
La honradez es aquella cualidad del hombre por la cual la persona se determina a elegir actuar siempre con base en la verdad y en la auténtica justicia. Es condición fundamental para las correctas relaciones humanas, para la amistad, la pareja y la auténtica vida en comunidad.
Muchas veces lastimamos sin darnos cuenta. Creemos que lo que hacemos esta bien, somos felices, servimos a la comunidad, educamos hijos, trabajamos en la obra de Dios; visitamos a los enfermos, ayudamos a los pobres, predicamos el evangelio, construimos edificios para la educación y la recreación, sin embargo lastimamos, ofendemos y casi siempre lo hacemos sin tomar conciencia de ello.
Las mismas organizaciones benéficas que constituyen la esencia de las sociedades, vienen a ser las que en algún momento pueden lastimarnos mas de lo conveniente.

¿Qué hacer entonces?

El dialogo, la honradez y el valor de tomar decisiones importantes, vienen a ser elementos claves para evitar un mal mayor. Claro que la honestidad tiene costos. También suele ser dolorosa, sin embargo nunca falla.
Hemos vivido diferentes experiencias dolorosas en organizaciones eclesiales, familiares y sociales, en las cuales presuponíamos la existencia de un clima de trabajo armónico, pacífico y objetivos comunes. Pero, paradójicamente suele suceder que es en estas organizaciones muchas veces en donde el dolor y la hipocresía ocupan un lugar preponderante.

Dios y las formas periféricas

La historia esta llena de paradojas e ironías, pero curiosamente son en estas circunstancias en donde Dios suele hacerse presente para acompañarnos y muchas veces mostrarnos un nuevo rumbo. Suele moverse en formas impredecibles, impensadas y periféricas. Con perfil bajo, ingresa por la puerta menos pensada. Su nacimiento en un establo, su entrada a Jerusalén en un manso burrito, su honrada y confrontativa relación con políticos y religiosos, las persecuciones como métodos de hacer conocer el evangelio, su irónica muerte de cruz para salvarnos, nos hablan de formas impensadas y periféricas.

Primero las personas

Las estructuras y organizaciones sociales deben priorizar entonces el diálogo, la honradez y las sanas relaciones humanas. No debería existir institución humana que no incluya como objetivo principal el bienestar integral del ser humano. Su libertad de libre asociación, su salud y su bienestar personal debe preceder a toda organización humana; incluyendo a la familia.

Enséñanos a mantener relaciones personales saludables y a priorizarlas por encima de toda organización humana. Que así sea.

El lugar del pobre en la misión

por José Luis Lozano

Reflexiones sobre la misión en la vida de San Francisco de Asís
Efesios 5.16, Romanos 13.11, 2Corintios 8.9

Es obvio que desde la perspectiva protestante, mantenemos con Francisco una distancia respetuosa. Su visión de los sacramentos, su mariología, su relación con la iglesia y sumisión al papa, nos ubican en posicionamientos doctrinales diferentes. Sin embargo no deberíamos perder la oportunidad de conocer a este hombre cuyo ejemplo de vida, coherencia en su conducta, radicalidad de su opción y deseos de predicar el evangelio, aún hoy siguen perturbando nuestros oídos y conmoviendo a nuestro corazón.

Profetas del siglo XII

El movimiento misionero mendicante del siglo XII, entre los cuales estaba el de Francisco de Asis, tuvo un carácter laico y de protesta, motivado por una profunda insatisfacción de las estructuras eclesiales y sociales de su tiempo. Las opciones monásticas de separación, recogimiento y distanciamiento del mundo, cedieron paso a una nueva alternativa para intentar transformar la realidad.
El movimiento franciscano y otras órdenes religiosas hermanas como los Dominicos, Carmelitas y Agustinianos, fueron los que mejor supieron interpretar la difícil realidad eclesial y social que se vivía en Europa.

“El crecimiento de las ciudades y del comercio había dado origen a una nueva clase, la burguesía, que se mostraba cada vez mas pujante. El comercio y la artesanía comenzaron a sustituir a la tierra como fuente de riqueza. Esto a su vez estimuló a la economía monetaria, de modo que el dinero circulaba mas libremente…”1

El cambio de paradigma económico, la desigualdad social y el aumento de la pobreza, mostraban un panorama poco alentador.¿Qué hacer entonces?.
El compromiso con el pobre de la ciudad fue la nota distintiva del movimiento misionero iniciado por Francisco. Mientras que los antiguos monasterios estaban identificados con el sistema económico rural y feudal, el ministerio franciscano se desarrolló en medio de los pobres urbanos.
La difusión y el crecimiento de la primitiva comunidad cristiana alrededor de Francisco fue extraordinaria. Los cronistas de esa época señalan que aún antes de su muerte, los hermanos franciscanos llenaban el mundo y que no había una provincia en la cual no hubiese alguno de sus hermanos.
Francisco, supo reeditar la tarea misional del Reino de Dios. Su carácter particular de hermandad itinerante y su encarnación con los pobres de la ciudad, nos desafían hoy a repensar nuestro estilo de vida y nuestra misión.

Querido Señor, padre de Francisco y también nuestro, tu que siendo rico te hiciste pobre, ayúdanos a comprometernos con los pobres de nuestra ciudad y a priorizarlos en la misión de tu Reino.

1. Justo Gonzales, Historia Ilustrada del cristianismo: La era de los altos ideales, Caribe, Miami, 1978, tomo 4, p.121.

Hacer Teololgía desde la cocina

por Patricia L.Trillo

Compartimos con las señoras del taller un fin de semana de trabajo. La posibilidad de conocer el interior de la provincia de Neuquén en la Patagonia Argentina nos llevó a realizar varias docenas de empanadas para vender, con el fin de recaudar dinero para alquilar un colectivo.
Fue así como entre mate y mate y con los ojos todos llorosos por la cebolla, comenzamos a reír…a contar historias y anécdotas de la vida…a compartir sueños…
En un momento dado aparece Soledad (joven madre de tres niños) con una bandeja que contenía las primeras empanadas que salían de la gran olla y ella nos dijo: “Chicas; estas son las primicias que Dios nos da, hagamos una oración y compartamos juntas esta primer bendición”. Sacudimos un poco nuestras manos y así como estábamos agradecimos a Dios esta oportunidad. Juntas saboreamos las primeras y más ricas empanadas de la jornada.
Fue allí, inesperadamente, en medio de la harina y la grasa, que percibimos claramente una presencia muy especial; emoción, profunda paz y armonía. Dios nos había visitado.
Entre mates y empanadas, Soledad nos compartió luego, que dentro de algunas comunidades religiosas las primicias del trabajo en la cocina debían entregarse al “pastor” de la iglesia, para que diera su bendición y aprobación. Teresa, se sumó también a las anécdotas y nos contó, que en su anterior iglesia, su pastora, llenaba la olla con las sobras de masa del relleno de las empanadas y preparaba una sopa para que el grupo de trabajo comiera. ¿Por qué las primicias para el pastor? ¿Por qué la pastora compartía las sobras de la masa a quienes con tanto esfuerzo habían trabajado toda una jornada? Nos pareció muy interesante la propuesta de Soledad. Sin querer nos estaba mostrando un modelo de hacer teología desde la horizontalidad, de los hermanos, de los laicos, de la no profesionalidad pastoral.

Para que la teología tenga el sabor de las cosas sencillas de Dios y el aroma de la trascendencia, debe permitirse nacer en el encuentro inesperado que se produce en una cocina desordenada, con mujeres dispuestas a cumplir el sacerdocio de todo creyente.
Compartimos con Valdir Steuernagel[1], quien señala: “…la tarea teologal nos pertenece a todos y todas. Cada uno de nosotros hace teología en el solo hecho de leer la realidad a la luz de la fe. Es por esta razón que no podemos tomar livianamente la tarea teológica, ya que necesitamos nutrirnos para ser responsables en esta tarea inevitable de todo creyente… la tarea teológica se construye desde una variedad de “espacios de vida” y de experiencias históricas, ya que la vida en la cual Dios se manifiesta es compleja y debe interpretarse desde diversas aristas”.


[1] Dr. Valdir Steuernagel. Hacer teología junto a María.