Tirando mi Carrito

Escrito por Soledad Gutierrez
Todo empezó allá por 1981 en Tigre, provincia de Buenos Aires.

Entre calles de tierra, inundaciones, barro, vivía una familia humilde, cuatro personas junto a una yegua “CAROLA”;la que tiraba el carrito.

Lo manejaba el padre a quien a veces lo acompañaba la mamá. Era un trabajo muy duro y peligroso al cartonear por las calles, generalmente de noche. Vivian en una casilla de la villa “El Garito”, era muy nombrada por lo ruidosa, decía la mamá.

Un día llegó una carta del Sur, un primo del padre, diciendo que en el Sur había trabajo. Para él era un gran desafío. Salir del lugar donde paso toda su vida pero estaba la época muy dura y no era para andar pensando....
La madre la mandaba a comprar un cuarto de azúcar, era muy poco, era la crisis. Asique el Padre se decidió y se fue al Sur. La familia se quedó en Buenos Aires junto a la yegua Carola.

En unos meses llegó otra carta, buenas noticias, era papá. Nos mandaba a buscar. Entre llantos y risas mamá comenzó a preparar el viaje, largo viaje de 24 horas en el tren.

Y se preguntaran que pasó con Carola, la yegua de la familia. Ella nos acompañó hasta la estación pero no pudo subir al tren, en sus ojos quedó nuestra infancia y la esperanza que la volveríamos a buscar.

Por fin, terminado el viaje, llegamos. La sorpresa fue que cuando bajamos del tren papá no estaba. En la cara de mamá se reflejaba el miedo, me tomó de la mano. Estábamos junto a una montaña de bolsas.

Luego de casi 10 minutos, cuando mamá ya se desmayaba, apareció papá como un héroe, a salvarnos de la situación.

Neuquén era hermoso. Lo mejor era que no se inundaba, llovía poco, sólo el viento nos parecía demasiado fuerte.

En ese momento pensé: acá todo va a estar mejor, pero en unos meses la cosa se puso difícil, la bebé se enfermó y los gastos eran muchos. Con mis ocho años le dije a mamá: “armemos un carrito para ayudarle a papá”. Mamá me miró emocionada y me ayudó. Era lo que sabíamos, salir adelante con el carrito.

Una tarde mamá, mi hermanita y yo empezamos el recorrido, casa por casa, pidiendo, para mejorar la situación. ¡Como extrañábamos a Carola! El carrito con ruedas de bicicleta se ponía pesado en las subidas y peor en la arena.

La gente era muy solidaria nos daban muchas cosas.

Todas las mañanas salía a pedir antes de ir a la escuela por la tarde, y si no nos iba muy bien a la noche salíamos otra vez al centro.

Me gustaba era como un juego. Así conocí todos los barrios de Neuquén Capital, casa por casa.

Debo mucho a esta ciudad, ropa, comida, calzado y tres hermanas más.

Hoy con 30 años y una situación económica un poquito mejor, trabajando y estudiando, con tres hermosos hijos, sigo tirando mi carrito de la vida, hacia adelante a pesar de las subidas y bajadas, de las ruedas enterradas en la arena y los palos que se meten en la rueda. Quiero seguir junto a mi compañero de vida a quien amo, tirando juntos nuestro carrito.

Papá se hizo un carrito moderno, lo lleva a todos los trueques. Vende comidas rápidas, pero todos seguimos extrañando a CAROLA.