Es como que tengo una lucha interna constante..."
Sus palabras revelaban una inquietud profunda que muchos de nosotros hemos sentido: vivir en piloto automático, atrapados en reacciones o impulsos que no elegimos, pero que se repiten. Ese día, iniciamos juntos un proceso de autoobservación, sin juzgar, sólo prestando atención a lo que hacemos, decimos y sentimos. Con el tiempo, comenzamos a percibir una verdad esencial: muchos de nuestros actos no provienen de un “yo” consciente, sino de automatismos adquiridos. Lo que parecía una confesión individual, se convirtió en un espejo colectivo. Así comienza el verdadero trabajo interior.
Gurdjieff sostenía que vivimos dormidos, que creemos ser conscientes cuando en realidad somos marionetas de hábitos, emociones, pensamientos y respuestas automáticas. Según él, solo a través del esfuerzo consciente podemos despertar a la realidad interior.
“El hombre tal como es no puede hacer nada. Todo le sucede. Para hacer, es necesario ser”
(Gurdjieff, 1992, p. 128).
Esta afirmación sacude nuestras ideas sobre la libertad. ¿Somos realmente libres si no somos conscientes? En esta línea,
Anthony de Mello enseñaba que “nadie puede liberarte, excepto tú mismo. Y la libertad empieza al observarse sin juzgar” (de Mello, 2017, p. 45). La autoobservación sin condena permite darnos cuenta de nuestras múltiples máscaras, como lo haría un testigo que observa sin intervenir. Este testigo, al estar presente, nos permite elegir.
Por su parte,
Eckhart Tolle afirma que “la conciencia es la salida del dolor, del miedo y del automatismo” (Tolle, 2004, p. 57). Solo desde la presencia —el “ahora”— podemos dejar de ser conducidos por un falso yo que reacciona, se defiende o se victimiza.
El trabajo restaurativo que realizamos en nuestro Centro Institucional (CPREM), es una invitación a este despertar. No se trata sólo de resolver conflictos, sino de reconocer las raíces interiores de nuestras acciones, asumir responsabilidad y transformarnos desde adentro hacia una nueva forma de estar en el mundo.
El verdadero despertar no es un instante mágico, sino una práctica sostenida. Implica aprender a ver, a escuchar y a sentir desde el “ser” y no desde los impulsos. Es dejar de identificarse con los pensamientos y emociones que van y vienen, para habitar un estado más profundo de presencia. Solo cuando somos conscientes, podemos elegir. Y solo cuando elegimos, podemos amar libremente, sin repetir viejas heridas.
Afirmación
Hoy elijo observarme sin condena. Me libero del automatismo. Elijo estar presente y despierto.
Ejercicio
Durante los próximos 3 días:
Dedica 5 minutos al día para observar tus pensamientos como si fueran nubes en el cielo. No intentes cambiarlos. Solo míralos pasar.
Anota tres momentos en los que actuaste por impulso y reflexiona: ¿Qué sentí? ¿Qué pensé? ¿Qué otra opción hubiera elegido si estaba presente?
Practica el “recuerdo de sí” al comenzar el día diciendo en voz baja: “Estoy aquí. Soy. Estoy presente.”
Citas
* La Biblia (Efesios 5:14).
* de Mello, A. (2017). Redescubrir la vida. Sal Terrae.
* Gurdjieff, G. I. (1992). Relatos de Belcebú a su nieto. Sirio.
* Tolle, E. (2004). El poder del ahora. Gaia Ediciones.
* CPREM - Centro de Prácticas Restaurativas y Mediación, perteneciente a Fundación
Neuquén Oeste.